Coltán, el oro gris

A lo mejor habéis oído algo en las noticias acerca del coltán y su relación con la terrible guerra en la República Democrática del Congo. Quizá no, porque ahora de lo único se habla en las noticias es de la crisis económica y de que hace mucho frío en invierno, fíjate tú qué cosas. Y de fútbol, cómo no.

- Pues no me suena de nada… <- el alumno inquieto

En esta guerra han muerto más de 5 millones y medio de personas desde que comenzara en los 90, el mayor número de bajas en un conflicto bélico desde la segunda guerra mundial. Si tienes un poco de tiempo, quizá sea una buena idea que sigas leyendo esta entrada y te enteres de qué es el coltán y por qué un pedrusco gris está siendo la causa de tantas muertes.

- Qué buen rollo de entrada, ¿no? (el alumno inquieto, otra vez)
- Hombre, no van a ser todo espadas láser y chorraditas en Photoshop. (tecnoprofe)
- Bff…

El coltán es un mineral grisáceo formado por una mezcla de columbita y tantalita (de ahí el nombre: col-tan) de la que se extrae el tantalio. El tantalio es un metal que se usa para ciertas aleaciones muy resistentes a la corrosión y también para la fabricación de condensadores electrolíticos. Ah, los condensadores electrolíticos… qué gran invento.

- Huy sí, cómo molan...

Los condensadores electrolíticos hechos con tantalio tienen la particularidad de que son extremadamente pequeños, consumen poca energía y se comportan muy bien cuando funcionan con altas frecuencias. Un gran invento, sí señor.

- Vaya hombre, y ¿qué tiene que ver todo esto con la guerra del Congo? Ya me estoy rayando, eh…
- Sigue leyendo, plis…

A principios de los 90, el coltán era una materia prima útil y no excesivamente valiosa. Pero, de repente… ¡ah, el progreso tecnológico es imparable amigos! La tecnología de los teléfonos móviles había llegado a su madurez: ya era posible construir terminales con un tamaño reducido, un tiempo de batería respetable y con una calidad de llamadas bastante buena gracias que las frecuencias usadas eran bastante altas. Nokia, Ericsson, Motorola, y otras compañías se frotaban las manos: “pronto todo el mundo tendrá uno”.

- Mmmm… un momento. ¿Tamaño reducido?, ¿bajo consumo de energía?, ¿altas frecuencias? ¡Los condensadores de tantalio! ¡Aaaaahhh, ya lo pillo!
- ¡Hombre!, hay alguien que sigue leyendo. Yupi.
- Pues qué vueltas das para explicarlo, ¿no?
- Soy un guionista de thrillers frustrado.

Efectivamente, en la década de los 90 se disparó el mercado de la telefonía móvil. Todo el mundo quería tener uno. Todo el mundo necesitaba uno. Realmente es un invento genial. Hoy en día nadie concibe la vida sin teléfonos móviles. Cada vez más pequeños, cada vez con más autonomía, cada vez incluyendo más servicios (3G = frecuencias más altas). Y todos necesitan los condensadores electrolíticos de tantalio. Además, no sólo se usan en los teléfonos móviles sino también en todos los aparatos electrónicos que requieren gran velocidad de proceso en poco espacio (portátiles, consolas, pantallas de plasma, reproductores mp3...). Sí, el valor del coltán también se disparó. Y mucho.

- ¿Y eso es suficiente para empezar una guerra?
- Más que suficiente.

El 80% del coltán que existe en el planeta se encuentra en los yacimientos del Congo. No es el único recurso natural que posee, también hay yacimientos de cobre, oro y diamantes.

- Un momento, un momento… el oro y los diamantes valen mucho más que el coltán de las narices ¿no?
- Las exportaciones de coltán dan el doble de dinero que las de diamantes.
- Ni de coña.
- Si no te lo crees, lee esto.

Bueno, el caso es que a los países vecinos del Congo (Ruanda, Burundi y otros) se les pusieron los dientes largos viendo tanta riqueza en el país de sus vecinos y decidieron en 1998 invadir las tierras donde están los yacimientos (conflicto conocido como Segunda Guerra del Congo o Guerra del Coltán). Así, por las buenas, Ruanda y Burundi ocuparon mediante la fuerza las tierras del Congo, aniquilando la población y saqueando sus recursos naturales. Desde que la Alemania de Hitler invadiera a sus países vecinos (lo que supuso el comienzo de la 2ª Guerra Mundial) no se había visto nada igual en el mundo.

Actualmente, Ruanda y Burundi siguen ocupando los yacimientos y enriqueciéndose con ellos. El ejército ruandés traslada el mineral a su capital en camiones, extrae el tantalio y lo vende a precio de oro (en realidad, más caro que el oro) a las empresas europeas (Alemania, Holanda, Bélgica) y de EEUU que lo compran como locas para seguir satisfaciendo la demanda. Con el dinero que Ruanda obtiene de estas exportaciones, su ejército se rearma constantemente y unos cuantos se enriquecen asquerosamente: “Con la venta de diamantes –ha declarado el mismo Adolphe Onusumba, presidente de la RCD (Reagrupación Congoleña para la Democracia, rebeldes congoleños que apoyan a los invasores y, de paso, se forran) – “ganábamos unos 200.000 dólares al mes. Con el coltán llegamos a ganar más de un millón de dólares al mes”.

- Pero vamos a ver… algo se podrá hacer ¿no? La ONU o algo...
- La ONU tiene observadores en el Congo.
- Ah, ¿y qué hacen?
- Observan.
- Ya.

La verdad es que la situación no es fácil de resolver. Ni siquiera el actual gobierno del Congo es muy de fiar. Fue elegido en 2006, en unas elecciones que fueron una farsa y es un nido de corrupción. No se puede decir que haya un bando bueno y otro malo, más bien hay codicia en todas partes y una población que sufre las consecuencias de la guerra, no sólo por las balas. Muchos civiles mueren por la hambruna y a consecuencia de enfermedades como el SIDA o el cólera, que se propagan rápidamente a causa de la mala higiene. Los soldados de ambos bandos cometen sistemáticamente atrocidades como la violación masiva de las mujeres y niñas de los poblados que atraviesan. Es un arma de guerra, dicen. Si quieres enterarte bien de lo que están sufriendo las mujeres en el Congo y tienes estómago, lee esto.

Algunos dicen que la clave para solucionar el problema es controlar el comercio de coltán y evitar que se comercialice el mineral que haya sido robado de los yacimientos del Congo. Puede que sea la solución pero dicen las malas lenguas que hay mucha gente a la que no le interesa que esto ocurra.

- ¿Por qué?
- La mercancía que se compra de contrabando es siempre más barata que la que se controla y paga impuestos.
- ¿Y?
- A las empresas que compran el coltán les saldría bastante más caro.
- Ya. ¿Y las empresas que compran el coltán que dicen de todo esto?
- Pues dicen que, simplemente, compran el coltán a tal o cual empresa y que ignoran de donde proviene exactamente el mineral.
- ¿Y Nokia, Samsung y todas esas… qué opinan del asunto?

Outi Mikkonen (Portavoz de Asuntos Medioambientales de Nokia) dice: “Nos enteramos de esto hace unos meses e inmediatamente le preguntamos a nuestros proveedores si usaban tantalio del Congo. Todo lo que podemos hacer es preguntar, si dicen que no, nosotros les creemos”

- Y se quedan tan anchos…
- Nokia obtiene unos beneficios trimestrales de aproximadamente 2.800 millones de euros, pero “todo lo que pueden hacer es preguntar”.
- Yo tengo un Nokia.
- Yo también. Nokia es una empresa que gana dinero fabricando teléfonos y eso está muy bien. Pero no estaría mal que demostraran un poco más de conciencia social. Quién dice Nokia, dice Motorola, Samsung, Intel, Sony, Toshiba…

A pesar de la gravedad de todo lo que está ocurriendo desde hace años en el Congo y su clara relación con la exportación de coltán, esta noticia aparece más bien poco en los medios. Al menos, no en los telediarios.

-¿Y eso por qué?
- Bueno, dicen algunos que a las empresas que venden tecnología no les interesa que se sepa mucho del tema. No es buena publicidad para ellas.
- Pero los de los telediarios deberían contarlo de todas formas, ¿no?
- Sí, pero… ¿has pensado alguna vez de donde provienen los ingresos de las cadenas de TV?
- Mmmm… ¿publicidad?
- Ahora párate a pensar cuántos anuncios de teléfonos, ordenadores, televisores, consolas de videojuegos… ves cada día en la tele.
- Un poco fuerte ¿no?
- Es sólo lo que se dice por ahí. Quizá no sea cierto.
- O quizá sí.

Y tú, ¿qué opinas?